“La seguridad es un factor de prosperidad en los países desarrollados. Más armas no significan menos mantequilla»
SSi se respeta el ritual, Emmanuel Macron se dirigirá a la alta jerarquía militar, el jueves 13 de julio, en París, en el patio del Hôtel de Brienne, sede del Ministerio de las Fuerzas Armadas. Al día siguiente, descenderá de los Campos Elíseos en su Command Car para el tradicional desfile del Día Nacional.
Este año el Presidente de la República tendrá un poco más de municiones que los anteriores, al menos en temas de defensa. Podrá registrar en su balance la votación de una ley de programación militar 2024-2030 mediante un incremento del 40% de los créditos (413.000 millones de euros) respecto a la anterior, al servicio de una «economía de guerra».
En estos tiempos de deriva presupuestaria, los militares no esperaban una «masa loca». El esfuerzo es real, pero se ha optimizado el despliegue: la inflación recortará esa dotación de 30.000 millones de euros, la incertidumbre ronda los 13.000 millones de ingresos extrapresupuestarios, los grandes programas puestos en marcha y la modernización de la disuasión nuclear absorben la mayor parte de los créditos de equipamiento.
Las entregas de vehículos blindados (Jaguar, Griffon, etc.), aviones Rafale y fragatas estarán, por tanto, más repartidas para favorecer el mantenimiento en condiciones operativas de equipos y stocks de municiones, misiles tierra-aire y drones, o reforzar la inteligencia, cibernético y espacial. Al menos las fuerzas armadas tienen un programa plurianual que les da una visibilidad que no existe en la mayoría de los países.
curso de liderazgo
Durante las tres décadas que siguieron a la caída de la URSS, el mundo occidental recibió los “dividendos de la paz” mediante ilusiones sobre el fin de la historia (y de la guerra). Todo lo que ya no se daba a los ejércitos se podía dar a salud, educación o infraestructura.
Todo empuja ahora a un aumento sostenido de los presupuestos militares, desde el conflicto ruso-ucraniano hasta las tensiones en torno a Taiwán, en el contexto de una frenética carrera por el liderazgo mundial entre Estados Unidos y China. Ya no hay países que no se rearmen. El incremento continuo del gasto desde 2014 se aceleró en 2022 (+3,7% en términos reales) hasta superar los 2.000 millones de euros.
En Francia, la ausencia de debate público, confinado al Parlamento y sus miembros electos de los comités de defensa, se corresponde con la ausencia de debate sobre los efectos económicos de tal rearme.
¿Demasiado caro, defensa? Hay dos formas de medir el esfuerzo de la comunidad: su peso en el presupuesto y su participación en la riqueza creada. El primer enfoque es engañoso: esta suma aparentemente colosal de 2 billones de euros representa solo un poco más del 2% del producto interno bruto (PIB) mundial.
Te queda por leer el 56,68% de este artículo. Lo siguiente es solo para suscriptores.