“La mercantilización del cuidado y la financiarización de la salud se oponen al ideal de un sistema solidario, justo y de calidad”
Ila salud es un bien preciado, de alcance constitucional, que debe escapar a la lógica puramente lucrativa. Hoy, en un contexto de escasez de recursos en salud, se multiplican los abusos comerciales, sacudiendo los valores de nuestro sistema y comprometiendo con ello los cimientos de una salud equitativa, solidaria y accesible para todos, como se desprende de los principios de la Seguridad Social de 1945. .
En lo que respecta a la provisión de atención local de salud y atención primaria en particular, estos principios de igualdad de acceso a la atención, calidad de la atención y solidaridad, debilitados y amenazados, deben ser defendidos enérgicamente. Están floreciendo muchas formas de ofertas de atención: centros de atención no programados, cabinas de teleconsulta o incluso ofertas de teleconsulta «24 horas al día, 7 días a la semana», a veces contra una suscripción mensual paga.
Este último tipo de iniciativa plantea interrogantes sobre el modelo económico. ¿Se centra principalmente en la rentabilidad financiera, validando así la idea de que consultar a un profesional de la salud sería una simple transacción comercial? ¿O busca guiar a los pacientes hacia nuevas exploraciones o intervenciones lucrativas dentro del sector privado, generando así ingresos significativos?
Priorizar la prevención y el seguimiento sostenible
Debemos alertar y advertir contra esta visión cortoplacista de la atención primaria, manteniendo la ilusión de una respuesta inmediata a cualquier necesidad sentida, sin tener en cuenta la complejidad de las situaciones, y desafiando los excesos y las consecuencias a largo plazo para los usuarios. . En primer lugar, existe el riesgo de deterioro de la calidad de la atención.
Una medicina centrada exclusivamente en la demanda de atención no programada conduce a una fragmentación de la atención, cuando los estudios muestran que una buena continuidad de la atención se asocia con una reducción de las hospitalizaciones y la mortalidad. Este enfoque simplista, que descuida la dimensión holística de la salud, constituye un retroceso en la calidad de la atención. Es fuente de (sobre)prescripciones inapropiadas y podría conducir a una excesiva medicalización de cuestiones cotidianas, incluidas las sociales.
La urgencia consiste en priorizar la prevención y el seguimiento a largo plazo, en dar respuesta a la cuestión crucial del manejo de pacientes con enfermedades crónicas y ancianos, en lugar de (sobre)valorar procedimientos médicos específicos. En segundo lugar, esta iniciativa constituye una desorganización de la oferta asistencial con el riesgo de acentuar los desiertos médicos.
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