“La inflación es un fenómeno muy antiguo que sigue siendo poco conocido”

min el año 301, el emperador Diocleciano promulgó el “Edicto del Máximo”. Más de 900 bienes de consumo, incluido un león macho, ahora estaban sujetos a límites de precios. Agotado y empobrecido por las guerras constantes, el Imperio Romano luchaba entonces por pagar a sus soldados y había reducido gradualmente la cantidad de plata en sus monedas. Esta evaluación, que no dijo su nombre, había provocado gradualmente un fuerte aumento de la inflación, que los líderes de la época estaban tratando de frenar. ¿Se debe especificar? Su intento fue en vano.

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Por cierto, los amos de Roma rechazaron cualquier responsabilidad por la subida de precios, que según ellos nada tenía que ver con la moneda. Señalaron, por el contrario, «los que se atreven a ir en contra de este edicto» Y “los que inician una escasez [en accumulant des stocks] ». Claramente, los culpables fueron los productores y comerciantes que se llenaron los bolsillos aumentando sus precios. En buena medida, el castigo incurrido fue la pena de muerte.

Casi dos milenios después, la inflación está de regreso. Los culpables son, una vez más, los demás. “No dejaremos que los grandes fabricantes obtengan márgenes indebidos (…) en las espaldas de los consumidores”, tronó, en abril, el ministro de Economía y Finanzas, Bruno Le Maire. Se mantuvieron los controles de precios, abandonándose la idea de una “canasta antiinflacionaria”. Solo ha desaparecido la amenaza de la pena de muerte… ¿Necesitamos especificar? Ninguna de estas periaciones materializa la inflación.

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Asesor Económico en HSBC, Stephen King acaba de publicar un libro muy informativo, aunque técnico, que intenta extraer lecciones de dos mil años de historia inflacionaria (Tenemos que hablar de inflación., Yale University Press, 224 p., 26,73 euros, sin traducir). Además de las lejanas dificultades del emperador Diocleciano, relata los repetidos errores de los gobernantes ante las repentinas subidas de precios, desde la hiperinflación de la Revolución Francesa -cuando acabó mal el experimento de las asignaciones- hasta la de la Alemania de 1923, por el fracaso de los controles de precios impuestos por el presidente estadounidense Richard Nixon.

La clave de las expectativas

La lección más fascinante del libro es cuánta inflación… «que ataca por sorpresa», según el autor, sigue siendo un fenómeno poco comprendido. Por un lado están los monetaristas, encabezados por Milton Friedman. Para ellos, la inflación es la consecuencia directa de la cantidad de dinero. Falso, respondieron los bancos centrales durante quince años: basta con ver las enormes compras de deuda realizadas desde 2008, tras la gran crisis financiera, que no provocaron inflación hasta 2020.

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