“En ausencia de una reacción de las instituciones, las graves carencias observadas podrían convertirse en la norma”

Iuna demostración de los efectos terapéuticos de los medicamentos en humanos cumple con los estándares éticos y científicos construidos durante décadas, para garantizar la pertinencia, la calidad y la confiabilidad de los estudios clínicos, respetando los derechos y la seguridad de las personas que participan en la investigación . Esto implica, en particular, el consentimiento informado de los participantes, la obtención previa de las autorizaciones de los comités de protección de personas y de la Agencia Nacional de Seguridad de Medicamentos, la transparencia de los métodos y de la recogida de datos, la validación de los resultados de forma independiente y teniendo en cuenta en cuenta el balance beneficio-riesgo de los tratamientos antes de validar su indicación.

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Nosotros, los signatarios de este foro, hemos indicado que estas reglas elementales han sido ampliamente violadas, en particular por ciertos biólogos y médicos del Instituto Hospitalario Universitario (IHU) Méditerranée Infection, en particular durante la crisis sanitaria. La prescripción sistemática a pacientes con Covid-19, cualquiera que sea su edad y sintomatología, de fármacos tan variados como la hidroxicloroquina, el zinc, la ivermectina o la azitromicina, en prescripciones preimpresas, se ha realizado en un primer momento sin bases farmacológicas sólidas, y ante la ausencia de evidencias de eficacia.

Estas prescripciones sistemáticas han continuado, lo que es más grave, durante más de un año después de la demostración formal de su ineficacia. Creemos que estos requisitos
También se han llevado a cabo estudios sistemáticos fuera de cualquier autorización de comercialización, pero también fuera de cualquier marco ético o legal, apoyándose en gran medida en métodos de seguimiento y evaluación de pacientes mediante PCR repetidas, sin justificación médica. Estas prácticas han llevado a la reciente disponibilidad en “preprint” datos de más de 30.000 pacientes, lo que probablemente constituya el mayor ensayo terapéutico «salvaje» conocido hasta la fecha.

Desconfianza alimentada

La cobertura mediática acrítica y favorable de estas malas prácticas ha alimentado en gran medida la desconfianza de algunos de nuestros conciudadanos hacia la ciencia, la investigación clínica, las autoridades sanitarias y los expertos en general. En el contexto particularmente angustioso de esta crisis sanitaria, las propuestas perentorias que proclaman la eficacia de estos tratamientos han tenido, lamentablemente, un gran éxito entre el público.

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