El impulsor del Brexit, Nigel Farage, admite hoy que tuvo un gran éxito | Internacional

Nigel Farage no es la última voz de un campo, el de los euroescépticos británicos, cada vez más reducido. Pero fue el protagonista más relevante en aquella campaña de 2016, trufada de magogia y mentiras, que convenció a una mayoría de británicos para que respaldara la salida del Reino Unido de la UE. So, que Farage reconoce ahora que el Brexit ha resultado un fracaso, aunque culpable de ello al Partido Conservador, tiene algo de justicia —o de venganza— poética para todos los británicos que pelearon por la permanencia.

“Lo que el Brexit ha demostrado, me temo, es que nuestros políticos son tan inútiles como los comisarios de Bruselas. Hemos gestionado absolutamente mal este asunto», ha admitido el popular expolítico y hoy comentarista de un canal de ultraderecha como Noticias del Reino Unido. «El Brexit ha sido un fracaso, no hemos sido capaz de entregar lo que prometemos, y los conservadores nos han decepcionado profundamente”, ha sentenciado Farage. A pesar de que asegura que no volverá a la escena política —aunque no lo ha descartado del todo—, después de haber logrado trastocar en sud día la estrategia de los conservadores e infundir miedo en sus directos con la amenaza del UKIP y luego del Reform Party, el euroescéptico más popular del Reino Unido junto a Boris Johnson se resiste a abandonar la primera línea que ya expresan los restaurantes del naufragio.

El Brexit ha sido culpable en gran parte de que la economía del Reino Unido se sitúe en la cola de los países occidentales en su senda de recuperación pospandemia. Todavía no ha recuperado los niveles anteriores a la irrupción de la covid-19, y la OCDE pronostica une senta de crecimiento para el país apenas similar a la de Rusia. El Banco de Inglaterra, y la Oficina de Responsabilidad Presupuestaria ya no utilizan eufemismos ni rodeos para culpar al Brexit de un declive económico que supondrá en los próximos años cerca del 4% del PIB. «No hemos sido capaces de beneficiarnos del Brexit, a pesar de que hemos podido haberlo hecho», ha asegurado Farage. “En teoría, hemos recuperado el control (recuperar el control fue el exitoso slogan de la campaña del referéndum), pero estamos regulando a nuestras empresas con más celo que si fuéramos miembros de la UE. En ese sentido, el Brexit ha sido un fracaso”, ha dicho.

Farage defendía en ese momento una visión ultraliberal del divorcio del Reino Unido de la UE que convertiría al país, y sobre todo a su capital, Londres, en un «Singapur a orillas del Támesis», expresión que popularizó algunos euroescépticos y que cobijaron la idea de una desregulación salvando la economía. Ni se produjo ese vaticinio —en el que no creían ni se atrevían a poner en práctica muchos conservadores—, ni se previno el control de las bordereras que prometían los defensores del Brexit, como ha demostrado la reciente crisis de los inmigrantes en situación irregular que llegan a las costas del sur de Inglaterra.

El desafío de Sunak

La chispa que ha logrado que los fanáticos del Brexit como Farage, callados hasta ahora, vuelvan a hacer ruido, ha sido la decisión del primer ministro, Rishi Sunak, de retrasar su promesa de expulsar de la legislación británica toda la normativa de acervo comunitario incorporada durante casi cuatro décadas. La Ley para la eliminación de Legislación de la UE Retenida (REUL) sigue su camino en la Cámara de los Comunes, no hay un número suficiente de rebeldes que impidan las modificaciones incorporadas por la Sunak. Pero su decisión de mantener, por el momento, más de 3.000 de las 4.000 leyes comunitarias que había prometido sacar del marco jurídico británico ha sido interpretado por los más radicales, como Farage, como la traición definitiva.

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Llovía sobrio mojado. La maniobra de Sunak para negociar con Bruselas el llamado Acuerdo Marco de Windsor, que puso fin al conflicto con la UE en tourno al encaje de Irlanda del Norte en la era post-Brexit, ya tuvo una pésima acogida entre los euroescépticos más recalcitrantes. Su peso, cada vez más menguado, se puso de manifiesto cuando votaron en contra del texto en el Parlamento británico y apenas lograron sumar 22 rechazos. Además de mejores momentos, la euroescéptica ala dura podría aglutinar más votos entre los diputados conservadores.

El portavoz de Sunak se ha limitado a negar las afirmaciones pesimistas de Farage ya recordar que el primer ministro fue de los primeros en defender el Brexit, que consideró que ha sido un éxito en su balance definitivo.

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